Cómo citar: Ureta, J. (2012). Técnicas de argumentación jurídica para la litigación oral y escrita. Lima: Ediciones Legales, pp. 82-86.
Prepararse para el debate
Todos tenemos derecho a participar en un debate, pero cuando se va a participar en un debate judicial sabemos que en unos cuantos minutos se expondrán las tesis, se examinarán esas tesis y sus evidencias.
1. Pensador crítico
La calidad de pensamiento se expresa en la calidad de las argumentaciones, exposiciones y en las preguntas que se formulan. Un pensamiento de calidad es el de un pensador crítico.
¿Qué es un pensador crítico? Richard Paul y Linda Edler, miembros del Center for Critical Thinking and Moral Critique y de la Foundation For Critical Thinking, señalan estas características del pensador crítico:
– Formula problemas y preguntas vitales con claridad y precisión.
– Acumula y evalúa información relevante, y usa ideas abstractas para interpretar esa información efectivamente.
– Llega a conclusiones y soluciones, probándolas con criterios y estándares relevantes.
– Piensa con una mente abierta dentro de los sistemas alternos de pensamiento; reconoce y evalúa, según sea necesario, los supuestos, implicaciones y consecuencias prácticas; y al idear soluciones a problemas complejos, se comunica efectivamente.
Todos podemos acceder a la calidad de pensadores críticos, este curso ayudará a ello, pues mostrará cómo adquirir nuevos hábitos intelectuales, como son el análisis de la calidad de la información de argumentos, las limitaciones de ciertas formas de argumentar, la claridad y sencillez en la exposición, la coherencia y cohesión, entre otros.
2. El dominio experto
Sabemos que en un juicio oral el juez, el fiscal y el defensor son abogados expertos en una especialidad: el derecho penal. Por tanto, al debatir entre expertos una condición de éxito es dominar la especialidad; es decir, conocer ampliamente la doctrina penal, la jurisprudencia relevante, la legislación, etc.
Esto es importante por lo siguiente:
a) Uso de lenguaje especializado. Muchas veces el expositor se desacredita por un mal uso de la “jerga” o terminología de una especialidad. Si bien existe la necesidad de llevar los debates con terminología sencilla, no será extraño que en algunos momentos se complique la terminología y para estar a la altura hay que ser experto. También el experto podrá ejemplificar con mayor facilidad y así volver accesible lo que se discute con terminología complicada. Por ejemplo, para rebatir una afirmación: “Explicaré con un ejemplo sencillo lo que se pretende decir…”
b) Memoria. Los psicólogos han comprobado que el experto en un campo especializado aventaja a los novatos, pues puede recuperar información con mayor rapidez de la memoria de corto y largo plazo. De ese modo, un experto rápidamente hará un uso seguro de citas pertinentes: “Si todos recuerdan bien, en la ley x se establece que…” “el experto Sr. ’D’, afirma que para estos casos…”, “Usted ha invocado mal la norma, esta dispone que…” “Ese autor ya cambió de opinión…”, “Los últimos precedentes establecen que…”, sin necesidad de recurrir a revisar anotaciones que muchas veces puede ser peligroso, pues en un debate oral detenerse a revisar papeles puede dar una señal de falta de preparación o inseguridad.
c) Limitaciones y excepciones. Un experto y un novato pueden conocer las mismas teorías, principios y leyes, pero el experto sabe cuáles son las condiciones de uso, su experiencia le ha permitido reconocer vaguedades, excepciones y limitaciones. Un experto podrá expresar con comodidad refutaciones como las siguientes: “Lo que se postula es cierto, pero también es cierto que se han planteado excepciones”, “Existe jurisprudencia donde se ha precisado mejor”, “En la práctica, se ha impuesto la siguiente excepción…”, “No todos están de acuerdo”, “La experiencia muestra que…”.
3. Conocimiento del caso
Los expertos en litigación oral reiteran que tanto fiscales como abogados deben investigar todas las circunstancias del caso, esto es más cierto cuando en el debate oral usted puede detectar que el oponente no está bien preparado, que el testigo ha olvidado aspectos relevantes por lo que se puede poner en duda su testimonio, o que el perito no ha tomado en cuenta elementos relevantes. El interrogatorio y contrainterrogatorio exitosos requieren del conocimiento exhaustivo del caso.
4. Estrategia
La palabra estrategia proviene del griego “estrategos” y significa ‘general’, simplemente es el plan que se debe elaborar para entrar en la competencia. La estrategia debe permitirnos predecir lo que ocurrirá en el debate (cuáles son las defensas, ataques de la parte contraria, las debilidades y fortalezas, el ánimo del auditorio).
Para diseñar una estrategia ai menos debemos cumplir estas etapas:
a) El planteamiento (donde se recaba la información sobre el caso y se hace el diagnóstico).
b) La instalación (donde se preparan los discursos, refutaciones, preguntas).
c) El monitoreo (donde observamos el resultado de nuestro plan en el auditorio, como en la parte contraria, y controlamos los cambios que deban hacerse).
5. Control de emotividad
Las cosas salen mal, no desespere; las cosas salen bien, no se entusiasme demasiado pues aún no acaba el debate. Nada mejor que tener un ánimo dispuesto a vencer y generar una carga de energía creativa para ir al debate, pero sabemos que los temores a perder, los temores al público, las depresiones, son tan funestos como un exceso de optimismo. Una persona deprimida es más que seguro que no pueda manejar bien su memoria, inclusive tendrá trabas para comunicarse. El optimista perderá de vista los detalles contrarios; por lo que manejar las emociones es fundamental.
Analizando cómo los expertos adquieren su mejor performance, Ericson K. A. y Chames N. nos recuerdan que los grandes deportistas-por ejemplo esgrimistas o gimnastas-, se concentran perfectamente en su tarea y logran el éxito, pero eso es gracias a años de entrenamiento. Incluso científicos y artistas para lograr el reconocimiento requieren de un largo periodo de entrenamiento. Estos psicólogos encuentran que el entrenamiento deliberado es el que mejor se aprovecha. Es decir, usted perderá el miedo al público, tendrá mejor creatividad verbal, diseñará mejores estrategias si practica en debates, hace teatro o tiene entrenamiento específico en la solución de problemas. El entrenamiento deliberado en cursos diseñados para potenciar nuevas habilidades es muy importante, pues el trabajo cotidiano no permite el suficiente feedback, siendo mejor someterse a actividades de aprendizaje diseñadas para mejorar su actuación.
6. Aprovechar la ocasión
¿Cuándo terminar un ataque o defensa?, ¿cuándo terminar un interrogatorio?, ¿cuándo no responder?, ¿cuándo introducir una pizca de humor para acercarnos al auditorio?, ¿cuándo presionar? No existe un catálogo de reglas fijas, y la capacidad de controlar y sacar ventaja mediante las ocasiones solo se logra con amplia experiencia y entrenamiento.
A comienzos del siglo XIX, un abogado podía conocer todo el derecho vigente y contar con una biblioteca que contuviera, si no todas las ciencias, al menos las más importantes. En ese entonces, si comparamos con la actualidad, el conocimiento no era abundante. Para enfrentar casos complejos es necesario contar con un equipo, más aún cuando ya se puede afirmar que no todos podemos ser en una sola vida buenos investigadores, eruditos de todo el derecho, grandes redactores y excelentes oradores.
La salida correcta para suplir estas deficiencias es trabajar en equipo; hay que saber organizar un equipo ganador donde las tareas necesarias para una correcta defensa sean compartidas y merezcan especialización.
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