Cómo citar: Rodríguez, S. (2017). Manual de corrección de textos. Lima: Fondo Editorial de la Escuela de Edición de Lima, pp. 27-29.
Ambigüedad
El tratamiento de un texto implica detectar, además de varios aspectos de orden gráfico y gramatical, situaciones que generen problemas de tipo léxico-semántico. La ambigüedad es uno de esos puntos en los que hay que concentrarse al leer y corregir, con el fin de evitar distorsiones innecesarias. El contexto es clave, pues una información puede ser ambigua en un contexto, pero muy clara en otro.
La ambigüedad recibe el nombre de anfibología. Los ejemplos típicos son los siguientes:
— El perro del policía me atacó.
— Compró plátanos para los niños maduros.
Como se observa, se debe estar alerta para advertir dobles interpretaciones. La ambigüedad puede ser sintáctica o léxica. Esta última ocurre al elegir una palabra polisémica u homónima, de modo que se producen dos o más posibilidades significativas en un mismo contexto. Según Gómez Torrego (2009, p. 381), la expresión «tengo clases» puede entenderse como recibir clases o impartir clases; asimismo, el autor afirma que es más peligrosa la ambigüedad sintáctica, que se da cuando se colocan los elementos del enunciado de modo defectuoso o debido a lo que llama «polivalencia funcional de algunos de sus componentes». Reproduzco dos de sus ejemplos (p. 382):
— Llaman al hijo de un compañero cobarde. (¿Es cobarde el compañero?, ¿llaman cobarde al hijo?)
— Compré un diccionario de uso académico. (¿Es académico el uso o el diccionario?)
Un texto es ambiguo si es posible interpretarlo de dos o más formas. Se espera que, con la corrección, los dos o más significados se reduzcan a uno. Ello es posible si se pone atención a lo que se lee; solo así se detecta el problema, que generalmente pasa inadvertido para quien escribe.
Carneiro (2014, p. 180) sugiere revisar cuidadosamente el significado de lo escrito; aconseja «leer el texto desde la perspectiva del receptor». Es la única manera de detectar ambigüedades, pues, por su familiaridad con el texto, el autor puede dejar pasar este tipo de fallas.
Además del impersonal se, que causa ambigüedad (como en Se regalará lo que no se venda al mejor postor, ¿lo regalarán al mejor postor?), los pronombres relativos y los pronombres personales pueden generar ambigüedades si remiten a un elemento previamente citado en el texto (como en Mario y Juan llevaron a su hijo al pediatra, ¿el hijo es de ambos o solo de Juan?).
Otros elementos que pueden generar ambigüedades son el gerundio en la oración subordinada, porque no es posible saber a qué sujeto se refiere una oración como Me encontré con tu amigo entrando al médico (Instituto Cervantes, 2013, p. 358); y los posesivos su, sus, cuyo(s), cuya(s). Ejemplo de Gómez Torrego (2009, p. 383):
— Mi hermana me presentó a su novio y le di un gran abrazo (¿a quién?)
a) Mi hermana, a quien di un abrazo, me presentó a su novio.
b) Mi hermana me presentó a su novio, al que di un abrazo.
Para lograr la claridad, quien corrige deberá evaluar si cambiar la puntuación ayudará a desambiguar. Otras veces, probará una nueva redacción; pero debe recordar que la decisión final de cómo quedará la oración o el párrafo ambiguos la tomará el autor o, en su ausencia, el editor.
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